top of page

LA PERSONITA QUE CAMBIÓ MI VIDA

info-4-708x350.jpg

Josué Mendivil                                                                                                                      

Redactor

Un día gris, habitual en Lima, estaba con mis hermanos y mis padres. Un rico arroz con pollo, preparado por mi mamá, nos mantenía reunidos mientras contábamos lo que nos había sucedido en la semana a cada uno, cuando de repente suena la puerta. Era mi hermana y su enamorado que habían llegado de sorpresa.

El momento fue raro y un poco incómodo para mí porque él nos había acompañado en una cena familiar, pero fuimos amables y lo invitamos a pasar para que almorzaran. Mi hermana estaba seria y un poco nerviosa. Me pareció extraño, pues es raro que ella estuviera de esa manera cuando siempre lucía alegre. Al terminar la cena, Eduardo, el enamorado de mi hermana, nos contó que tendría un hijo con ella. Todos nos alegramos y los felicitamos, ya que sabíamos que tenían una relación estable.

Conforme fue pasando el tiempo, la barriga de mi hermana fue notándose más. Los últimos chequeos que se hizo indicaban que el bebé iba ser varón. A  mi familia y a mí solo nos importaba que el niño que llevaba en su vientre estuviera bien de salud.

Cuando llegó la hora del parto, mi hermana tuvo complicaciones, ya que sus 40 años le jugarían una mala pasada. En el hospital me sentía preocupado por los dos, el bebé y ella. Ni qué decir de mi mamá, que estuvo sentada en una de las sillas del hospital toda la noche.

Al día siguiente, uno de los enfermeros le informó a mi madre que el parto salió bien, pero que mi sobrino estaba mal del hígado, del corazón y que tenía indicios de Síndrome de Down. Mi mamá me cuenta que ese momento lloró mucho, se sentía destrozada y no dudó en llamar por teléfono a mi padre para informarnos de la noticia.

Yo no vi al niño hasta después de un mes de su nacimiento, todo ese tiempo se la paso en una incubadora donde era alimentado por un tubo y maltratado por algunas enfermeras aprendices que solo lo veían como objeto de estudio.

Todo ese tiempo nos la pasamos mal, y si soy sincero, me sentí decepcionado al saber que mi sobrino nació con esa condición. Yo no lo podía creer, hasta que llegó a mi casa. Fue ahí cuando ese pensamiento absurdo e ignorante cambió. Tenía al frente a una preciosura, un pequeño que no pesaba más de dos kilos y medio.

Pensar que en la vida las personas llegan de la forma y como uno se lo imagina, es totalmente tonto. Puede que en un principio no te agrade cómo suceden las cosas, en este caso, muchas veces porque somos ignorantes y no nos damos cuenta lo valiosa que puede resultar una persona. Yo me sentí tan imbécil. Me di cuenta de que el que estaba mal era yo y no la persona a la que ahora amo mucho.

Quieres leer más. Suscribete ahora. 

© 2018 Entérate 

  • Icono social Twitter
  • Facebook icono social
  • Icono social de YouTube
bottom of page